da. Y Doreid, escondido, la observaba y la exami- naba sin que ella lo sospechase. Y maravillado de su belleza, improvisó los versos siguientes:
1Id, oh amigos míos, á saludar á la bella Solamida
Tumadir, y saludad de nuevo á mi linda gacela de no-
ble origen!
¡Jamás, en nuestras tribus, vióse de frente ó de es-
paldas tan arrebatadora curtidora de pieles!
¡No hay trampa donde no hay relo! ¡Es una sober-
bia muchacha morena de raza pura!
¡Rostro arrebatador, del más admirable modelado,
hermoso como el frente de nuestras estatuas de oro; ros-
tro al que adorna la riqueza de una cabellera semejante
á la cola brillante de los sementales de alta noblezal
1Opulenta, rica cabellera! ¡Abandonada á sí misma
negligentemente, flota en largas cadenas espejeantes; pei-
nada y arreglada, se dirian hermosos racimos lustrados
por una lluvia fina!
¡Dos cejas de dulce curvatura, dos líneas impecables
trazadas por el calamo de un sabio, soberbias coronas
encima de dos ojos grandes de antilope!
¡Mejillas dulcemente modeladas á las que aviva una
ligera púrpura, aurora aparecida en un campo de tenue
blanco perla!
¡Una boca á la que hace florecer la gracia, fuente de
suavidad, sobre dientes de estrias imperceptibles, perlas
puras, pétalos de jazmin humedecidos de miel perfu-
madal
¡Un cuello blanco, cual la plata en la mina, ondu-