de Aziza, se compadeció de mi prima, hasta llorar á lágrima viva, y me dijo: «¡Alah te conceda sus beneficios, ¡oh Aziz! ¡Veo claramente que debes tu salvación de entre las manos de esa mujer á la in- tervención de la pobre Aziza! Ahora que estás libre de ella, guardate bien de las asechanzas de esa mi- serable. Pero no puedo revelarte nada más, porque el secreto nos ata.» Y exclamé: «Pues todo eso es lo que me ha ocurrido con Aziza, y sabe que antes de morir me encargó que dijera á mi amada, á la cual llamas la hija de Dalila, estas palabras: «¡Qué dulce es la muerte, y cuán preferible á la traición! >> Ape- nas acabé de pronunciar estas palabras, exclamó la joven: «¡Oh Aziz! He aquí lo que te ha salvado de una perdición segura. ¡No encontrarás otra mujer como Aziza! ¡Viva ó muerta, sigue velando por ti! Pero dejemos á los muertos, que están en la paz de Alah, y atendamos á lo presente. Sabe que el deseo de que fueras mío me ha obsesionado todas las no- ches y todos los días, y hasta hoy no he podido echarte mano. ¡Y ya ves que he logrado mi deseo! ¡Pero eres muy joven, y no conoces los recursos de que es capaz una vieja como mi madre! Resignate, pues, á tu destino, y déjame obrar á mi. No tendrás mas que alabanzas para tu esposa, porque quiero unirme contigo por contrato legitimo ante Alalı y su Profeta (¡sean con él la plegaria y la paz!). Y todos tus deseos se verán extremadamente satis- fechos entonces: riquezas, buenos tejidos para tu ropa, turbantes inmaculados, todo lo tendrás sin
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Apariencia