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Página:Las mil noches y una noche v5.djvu/154

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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

al no verme entre los mercaderes?» El príncipe dijo: ¡Tranquilizate, hermano Aziz! Volverás á tu tierra en cuanto quiera Alah, después de habernos facili- tado los medios de conseguir nuestro objeto.» Y se pusieron en camino.

Y viajaron en compañía del sabio y prudente visir, que, para distraerlos y para que Diadema lo sobrellevase todo con paciencia, les contaba histo- rias admirables. Y también Aziz recitaba á Diade- ma inspirados poemas, é improvisaba versos llenos de encanto, hablando del amor y de los amantes. Como éstos, entre otros mil:


¡Vengo á contaros mi locura, y cómo el amor ha po- dido hacerme niño, rejuveneciendo mi vida!

Tú d quien lloro! ¡La noche aviva en mi alma tu recuerdo! ¡La mañana brota sobre mi frente, que no ha conocido el sueño! ¡Oh! ¿Cuándo vendrá el regreso des- pués de la ausencia?


Al cabo de un mes de viaje llegaron å la capi- tal de las Islas del Alcanfor y el Cristal, y al entrar en el gran zoco de los mercaderes, notó el príncipe Diadema que disminuian sus preocupaciones, ani- mándose su corazón con alegres latidos. Hicieron alto, por consejo de Aziz, en el gran khan, y alqui- laron para ellos todos los almacenes de abajo y todas las habitaciones de arriba, mientras el visir iba á buscarles una casa de la ciudad. Colocaron los fardos en los almacenes, y después de haber