eres el mismo sol? ¿Y no es ella la luna? ¿Cómo du- das que yo, que me he pasado toda la vida en intri- gas de amor, no sepa unir vuestras hermosuras? ¡Tranquiliza tu alma y calma las zozobras que te desconsuelan! ¡Pronto te traeré buenas noticias!>> Y dichas estas palabras, se alejó...
En este momento de su narración, Schahrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
PERO CUANDO LLEGÓ LA 134,a NOCHE Ella dijo:
...Y dichas estas palabras, se alejó; y después de haber escondido la carta entre sus cabellos, fué á buscar á su ama. Entró en su aposento, le besó la mano, y se sentó sin decir palabra. Pero pasados unos instantes, dijo: «¡Hija mía muy amada! Se me ha enredado el pelo, y ya no tengo fuerzas para trenzarlo. Te ruego que mandes á una de tus escla- vas que venga á peinarme.» Pero la princesa excla- mó: «¡Oh mi buena Dudu! Yo misma te peinaré, ya que lo has hecho tantas veces conmigo.» Y la prin- . cesa deshizo las blancas trenzas de su nodriza y se dispuso á peinarlas. Pero entonces cayó la carta sobre la alfombra.
Y la princesa, sorprendida, se apresuró á coger-