maldito? ¿Y quién es tu padre? ¿Y cómo te has atrevido á llegar hasta mi hija?» Entonces Diade- ma contestó: «¡Sabe, ¡oh rey! que si es mi muerte lo que deseas, le seguirá la tuya, y tu reino que- dará aniquilado!» Y el rey, fuera de sí, exclamó: «¿Y cómo es esc?» El otro repuso: «¡Soy hijo del rey Soleimán-Schah! ¡Y he tomado, según estaba escrito, lo que se me había negado! ¡Abre, pues, los ojos, ¡oh rey! antes de decretar mi muerte!>>
Al oir estas palabras, el rey quedó perplejo, y consultó á su visir sobre lo que debía hacer. Pero el visir dijo: <<No creas, ¡oh rey! las palabras de este impostor. ¡Sólo la muerte puede castigar la fechoría de semejante hijo de zorra! ¡Confúndalo y maldigalo Alah!» Entonces el rey ordenó al verdu- go: «¡Córtale la cabeza!>>
En este momento de su narración, Schahrazada
vió aparecer la mañana, y según su costumbre, se
calló discretamente.
PERO CUANDO LLEGÓ
LA 136. NOCHE
Ella dijo:
Entonces el rey ordenó al verdugo: «¡Córtale la cabeza!» Y ya estaba perdido el principe, si en el momento en que el verdugo se disponía á ejecutar