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Página:Las mil noches y una noche v5.djvu/200

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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

De modo que el rey Daul'makán, dispuesto á tomar una resolución inmediata, llamó á los tres grandes jefes, Bahraman, Rustem y Turkash, en pre- sencia del visir Dandán, y les dijo: «Bien sabéis lo que ocurre: os consta que la fatiga pesa sobre todos nosotros á consecuencia de este malhadado sitio. Conocéis las plagas que la Madre de todas las Cala- midades ha hecho caer sobre nuestras cabezas, in- cluso la muerte de mi hermano el heroico Scharkán. Reflexionad, pues, sobre lo que nos queda que hacer y contestadme como debéis contestar.» Entonces los tres jefes del ejército bajaron la cabeza, reca- pacitaron largamente, y dijeron después: «¡Oh rey! El visir Dandán es más experto que todos nosotros, pues ha encanecido en la sabiduría.» Y el rey Daul' makán se volvió hacia el visir y le dijo: «¡Aquí es- tamos todos aguardando tus palabras!»

Entonces el visir Dandán avanzó hasta el rey y exclamó: «Sabe, ¡oh rey del tiempo! que efecti- vamente es perjudicial que permanezcamos por ahora al pie de los muros de Constantinia. En pri- mer lugar, tú mismo estarás deseando ver á tu hijo Kanmakán y á tu sobrina Fuerza del Destino, hija de nuestro difunto príncipe Scharkán, la cual está en Damasco, en el palacio, al cuidado de las escla- vas. Y todos sufrimos, como tú, el gran dolor de ver- nos alejados de nuestro pais y de nuestras casas. Mi opinión es que regresemos á Bagdad, para vol- ver aquí más adelante y destruir entonces esta ciu- dad descreida, y que sólo puedan anidar en ella