>> Y ella dijo:
¡Los relámpagos de tu cabellera esparcida por tu frente, te coronaban con su claridad como una aureola, joh hermano mío!
» Y replicó él:
¡He aquí los leones de las soledades infinitas! ¡Oh hermana mía! ¡aconsejales que desanden lo andado! ¡No quisiera que la vergüenza los sepulte en el polvo que morderán sus dientes!
»Ella contestó:
¡Oh todos vosotros! ¡Este es mi hermano Ebad! ¡To- dos los del desierto le conocen por sus hazañas, por su valentia y por la nobleza de sus antepasados! ¡Retroce- ded ante él!
¡Y tú, beduino Hamad, has querido luchar contra un héroe, que te ha hecho ver la muerte arrastrándose hacia ti como una serpiente pronta á lanzarse sobre su presa!
»Y yo, viendo todo aquello y oyendo tales ver- sos, me sentí muy confuso, y adverti mi insignifi- cancia y cuánta era mi fealdad comparada con la belleza de aquellos dos jóvenes. Y vi que la her- mosa joven traia una bandeja cubierta de manjares y frutas, y se la presentó á su hermano sin dirigir-