PERO CUANDO LLEGÓ LA 100,a NOCHE
Ella dijo:
.vieron levantarse ante ellos una polvareda muy densa y oyeron gritar: «¡Alahu akbar! ¡Alahú akbar!» Y á los pocos instantes vieron al ejército musulmán, con los estandartes desplegados, que avanzaba rápidamente hacia ellos. Y bajo los gran- des estandartes, en que estaban escritas las pala- bras de la fe «¡No hay más Dios que Alah, y Maho- med es el profeta de Alah!», aparecieron á caba- llo, al frente de sus guerreros, los emires Rustem y Bahramán. Y detrás, como olas infinitas, avanza- ban los guerreros musulmanes. En cuanto los emires Rustem y Bahramán vie- ron al rey Daul'makán, echaron pie á tierra y fue- ron á prestarle homenaje. Y Daul'makán preguntó: «¿Qué hacen nuestros hermanos los musulmanes?>> Y le contestaron: «Están perfectamente frente á los muros de Constantinia. Y nos envía el gran cham- belán con veinte mil soldados para socorreros.» En- tonces Daul'makán preguntó: «¿Y cómo habéis sa- bido el peligro que corriamos?» Y ellos dijeron: «Nos lo ha anunciado el venerable asceta, después de andar día y noche, para apremiarnos à fin de que viniésemos en seguida. Y ahora está junto al gran