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EDIPO EN COLONO

bates . ¡ Ojalá, como impetuosa paloma de raudo vuelo, pudiera remontarme hasta las etéreas nubes para con templar con mis ojos el combate! ¡ Oh Júpiter, monarca de lo dioses, omnividente!, concede a los jefes de esta tierra, con la fuerza vencedora, el acabar con buen éxito la lucha que les haga dueños de la presa; y tú también, su venerable hija, Palas Atene . Y al cazador Apolo y a su hermana, perseguidora de abigarrados ciervos de pies veloces, suplico a los dos que vengan en auxilio de esta tierra y de sus ciudadanos . ¡ Oh extran jero errático!, no dirás que como falso adivino me he equivocado en mi pronóstico; pues veo las muchachas aqui cerca, que vienen bien custodiadas .

Edipo.—¿Dónde, dónde? ¿Qué dices? ¿Qué cuentas?

Antígona.—¡Ay padre, padre! ¡ Ojalá que algún dios te concediera el poder ver a este excelso varón que aqui a tu lado nos envia!

Edipo.—¡ Oh hijas! ¿Ya estáis aqui?

Antígona.—Porque las manos de Teseo nos salva ron, y también las de sus compañeros .

Edipo.—Acercaos, hijas, al padre; y dejadme abra zar ese cuerpo, que ya no esperaba que retornase .

Antígona.—Pides lo que obtendrás, pues con ale gria te concedemos esa gracia .

Edipo.—¿Dónde, dónde estáis?

Antígona.—Aqui juntas nos acercamos .

Edipo.—¡Oh queridísimos retoños!

Antígona.—· Al progenitor todo hijo le es querido .

Edipo.—¡Oh báculos de este hombre ...

Antígona.—: -desgraciado, en verdad, y desgraciados!

Edipo.—Tengo lo que más estimo, y no sería del ome vosotras do Apo todo infeliz si muriera asist yaos fuertemente, ¡ oh hijas!, una en cada costado, abra zando al que os engendró; y aliviaos de la anterior so