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al frente de ellos el mismo juez de paz, olvidado de la presa apetecida, corriendo temblorosos hacia los caballos que habían dejado al cuidado de un' peón. Y todos, en tropel, montaron y se apretaron el gorro como bandada de locos, hasta dejar el campo y traspasar el alambrado.

Al cerrar con cuidado la tranquera, uno de los viejos vecinos de don Aristóbulo, le dijo al juez :

—Para mí, señor, lo mejor será esperar que despierte solo el hombre, si se quieren evitar desgracias.

Pero esperar que despertara «el dormilón» era para el juez y sus aves negras, como renunciar para siempre á la esperanza tan acariciada de apoderarse del hermoso campo que cada día valía más y de las numerosas haciendas; y pasado el susto, pensó que ya que tan bien dormía don Aristóbulo era una bobería el tenerle miedo, y que mejor sería hacerle definitivo el sueño.

Se estaba entonces agregando al gran ferrocarril del Sur, un ramal que iba justamente á cruzar por la Estancia del dormilón», y el buen juez hubiera querido tomar posesión del campo antes de que allí llegaran las cuadrillas.

Pero parecía que nunca hubiera tropezado con tantas dificultades para dar con algún gaucho capaz de... ayudar. Sólo á los meses encontró un forajido que por muchos pesos consintió en hacer desaparecer de cualquier modo que fuera y con todo sigilo al..estorbo.

Ya habían llegado los rieles al alambrado y lo estaban cortando los peor para seguir con el terraplén, cuando justamente se iba internando en el campo el bandido, en dirección al ombú. Llegó y