Página:Las veladas del tropero (1919).pdf/136

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 132 —

ocupar una hora ó dos, antes de ir á la cama, trenzando algún bozal ó algún par de riendas; y como esa noche iba á cortar un tiento, su mujer le hizo presente que no había, primero, como siempre, chairado el cuchillo; pero contestó él que era cortador, y desarrollando el pedazo de cuero de potrillo que para el objeto tenía reservado, en un abrir y cerrar de ojos, tan ligero que casi no hubo tiempo para darse cuenta de nada, cortó un tiento de todo el largo del rollo, que era muy grande; y lo cortó tan finito y tan parejo, que doña Sinforosa exclamó :

— —Hombre! nunca te había visto tan diestro.

—Es que es muy cortador ese cuchillo viejo—contestó Celedonio.

Un rato después, doña Sinforosa quiso çortar para los gatos un pedazo de carne, y como, en este momento, Celedonio estaba trenzando y había dejado el cuchillo encima de la mesa, lo tomó ella, fué al alero del rancho, cortó una tira de pulpa y la empezó á picar en la mesa; pero vió con asombro que los pocos golpes que había dado con el filo habían bastado para hacer de la mesa un picadillo de madera.

—No te decía yo—le dijo Celedonio,—que era muy cortador ese cuchillo viejo?

Pero su mujer, que era muy viva, lo miró con unos ojos que bien decían que esperaba otra explicación, y Celedonio, medio riéndose, le contó lá súbita desaparición del forastero, y le enseñó la piedra que le había regalado.

Se le ocurrió entonces á doña Sinforosa de probarla ella también; y agarrando un cuchillo viejo de mesa que andaba rodando por ahí, todo enmohecido, lo afiló ligeramente.

Celedonio miraba con curiosidad, pues no había