Página:Las veladas del tropero (1919).pdf/166

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 162 —

pago, no hubiese sido más que cabal atención de su parte haberlo llevado á la estancia. Joaquín iba á dar por excusa su pobreza, y la poca carne que le proporcionaba la estancia, cuando el patrón, interrumıpiéndole, le dijo que venía á contar la majada.

—Pues, patrón—le contestó el puestero, ya como tomando su resolución ;—cae de perilla, pues pensaba entregársela.

—Entregarme la majada? don Joaquín, y ¿por qué?

—Mire, señor; me tengo que ir; la orden me la trajo ese huevo de avestruz.

Y se lo contó todo.

El patrón, por supuesto, se rió mucho de lo que creía una ocurrencia de don Joaquín; pero viendo que éste insistía, no puso más obstáculo, creyéndolos á él y á la mujer locos de atar y le recibió la majada.

El día siguiente, á la madrugada, se puso en viaje don Joaquín con la tropilla, dejando á la mujer y á sus hijos en casa de unos parientes; y galopó veinte días, cruzando campos desconocidos, y acabó por llegar, el vigésimo día á la noche, á un paraje donde abundaban los avestruces. Encontró allí un rancho, muy bueno, con su palenque, su corral y todo: llamó, pero nadie le contestó, y atando el caballo, se decidió á entrar. La habitación era nueva; había muebles, nuevos también; todo sencillo, pero confortable, y en una mesa había un candelero con su vela y unos papeles. Don Joaquín encendió la vela y vió que en la carátula de dichos papeles estaba escrito su nombre; no leía con mucha facilidad; pero, sin embargo, á fuerza de fijarse, acabó por comprender que estos papeles eran los títulos de una buena