Página:Las veladas del tropero (1919).pdf/174

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 170 —

niecitos de la pradera. Eran muchos, y en un minuto se treparon en el caballo de Manuelito, saludándolo gentilmente, acariciándolo con flores, dándole, entre sonrisas afables consejos para el buen cuidado de su majada y la buena preparación de su parejero. Eran muy amigos con Manuelito porque éste siempre trataba bien á los animales, y por esto lo querían mucho, ayudándolo en todo, divulgándole los secretos de su madre la naturaleza, enseñándole poco a poco esas mil cositas, indiferentes, al parecer, ó inútiles, pero que sin embargo constituyen la ciencia del pastor, establecen y conservan su dominio sobre las haciendas y le permiten contrarrestar, siquiera en parte, los males y las plagas que nunca dejan de perseguirlo.

Ya se sintió confortado el muchacho con la presencia de sus pequeños amigos, y les contó en voz baja su inquietud, su temor, enseñándoles al hombre del facón que se venía acercando.

Los geniecitos de la pradera son pequeños seres, visibles sólo cuando quieren, lo que raras veces sucede, y únicamente para los á quienes quieren, que son pocos. Su poder consiste en que son muchos, muy vivos, muy activos, muy traviesos, y dispuestos siempre para la chacota. Cuando vieron al hombre del facón—pues era él, no más,—al momento se dieron cuenta de que venía completamente ebrio. Andaba al tranco, bamboleándose, y con una guitarra en la mano. Los geniecitos, en el acto, organizaron la función.

No se puede decir que de veras aparecieron, vestidos de policianos, bien armados y montados en buenos caballos, pues nadie los vió así, más que el mismo hombre del facón y Manuelito; pero ambos, después, así lo contaron, y fuera de algunos detalles que