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tiempo de salir parado, en ciertas rodadas tan repentinas y sin motivo que parecían dadas adrede para sorprenderlo. Tampoco siempre pudo evitar del todo algunas coces alargadas con tan buenas ganas, que si hubieran podido surtir todo su efecto, hubiera quedado con las piernas rotas y también la crisma.

Y hasta los bichitos de la llanura no dejaban de buscar los medios de vengarse de él y de sus crueldades; obrando á veces solos y por cuenta propia, otras, en gavillas, de la misma especie para vengar injurias que afectaban los sentimientos de honor ó de cariño de toda una familia, y también en coalición general para hacerle sentir que contra sus fechorías protestaba indignada la animalidad entera.

Desgraciadamente para ellos, la naturaleza los ha dotado mejor nara la defensa que para el ataque, pues aun los más dañinos son casi inofensivos para el hombre, y Plácido hubiera podido servir de ejemplo, para probar que este mismo es el animal más perverso de la Pampa. Si todavía hubieran podido, para vengar sus agravios, acometerlo en sus bienes, mutilizar sus animales por medio de enfermedades ó de privaciones, destruir sus plantaciones, hacer mermar sus mieses, talar sus campos, ó sembrarlos de yuyos venenosos, no les hubiera faltado ocasión de hacerle arrepentirse de su maldad; pero Plácido, gaucho ruin, no tenía más que el pellejo en propiedad con los harapos que lo cubrían.

Todo lo que le podían hacer era bien poca cosa; asimismo, más de una vez rodó, de noche, en cuevas desconocidas, de viscacha ó de peludo, cuevas que en minutos habían sido cavadas á su intención. Se despertó á menudo apestando á zorrino, ó con las botas agujereadas por las ratas y encontró, varias veces,