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Pero sólo llegó para ver desaparecer paulatinamente una nube luminosa en el mismo sitio donde, en aquel momento, hubiera debido estar el viejito, troteando.

Volvió, llorando, para las casas. Trató de componer la olla con alambre, pero todos sus esfuerzos fueron inútiles: hay cosas, en la vida, que no se componen.

Desde aquel día, volvió á entrar la necesidad en la casa. La majada fué siempre mermando; padre é hijos se dieron al vicio y á la desidia; todo se volvió desastre. A los huéspedes se les admitía, pero nunca alcanzaba la carne, y se les convidaba con caña, y surgían peleas, á veces sangrientas. Hasta que se derrumbó todo: bienes, hogar, familia, quedando tirada en un montón de basura la olla que había sido de don Gabino.