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cho. Toma ese rebenque, amiguito, y con él conseguirás ambas cosas.

Agapito, agradecido, pues bien se daba cuenta cabal de lo que valía el regalo, se despidió cariñosamente del que había sido su patrón durante varios días y emprendió el viaje de vuelta con el mismo gaucho de antes y la hermosa tropilla de obscuros con madrina blanca.

A la noche, tendieron los recados al raso, después de una frugal cena y durmieron, como se duerme al reparo de las pajas, en la pampa silenciosa, después de largo galope, divinamente.

Cuando despertó, Agapito vió con asombro que estaba á media legua escasa del rancho paterno y que había desaparecido su compañero, pero no así la tropilla, y que ésta llevaba la marca cuyo boleto encontró en el tirador, á su propio nombre.