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trabajo de conformidad con lo que valía, y seguía adelantando.

Pronto tuvo al servicio de los estancieros que la quisieron pagar otra provechosa habilidad, debida únicamente al misterioso poder de su rebenque fué la de aquerenciar los animales recién traídos á un campo, con sólo pegarles un pequeño chirlo con él ; animal así tocado, ya ni en la primavera porfiaba para irse, y quedaba como en alambrado, sin necesidad de rondas, de pastoreo, ni de corral.

Tuvo también ocasión Agapito al comprar para sí hacienda al corte, de comprobar de qué poderosa ayuda le podía ser su rebenque, pues entonces sucedía, aunque hubiera cortado en el montón, que, al ver el rebenque, se juntaban en la punta que como suya había designado, todos los mejores animales de la majada ó del rodeo: puras ovejas nuevas y capones gordos ó vaquillonas por parir y novillos de venta.

Pero difícil es tener, en este mundo, algo que valga, sin que se empeñen algunos envidiosos en quitárselo, y más de una vez tuvo Agapito que vigilar de cerca sus haciendas para que no le carneasen lo mejores animales ó no se los robasen. En su ausencia, el padre cuidaba, pero era viejo, y los cuatreros se aprovechaban; hasta que, una noche, pilló Agapito cuatro gauchos muy entretenidos en arrearle sigilosamente para destinos desconocidos unas doscientas ovejas. Sin hacerse sentir, atajó la tropa en la obscuridad, y levantando el rebenque, pegó un grito. Las ovejas se arremolinaron, enderezando en seguida á todo disparar para el corral, como llevadas por un ventarrón, y se encontraron los cuatro matreros, hechos unos bobos, frente á frente con el muchacho.

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