Página:Las veladas del tropero (1919).pdf/268

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 264 —

—Una suposición, no más.

Ya no luchaba don Gregorio; se sentía dominado por una voluntad superior que le imponía por yerno á ese muchacho pobre, desconocido, pero tan protegido por su buena fama, que no veía forma de resistirle.

Se acercaba la esquila. Empezaron á venir á ofrecerse peones á don Gregorio, y entre ellos se presentó el amigo Lorenzo. Perplejo estaba don Gregorio; ¿rechazarlo? ¿por qué, si era buen peón, fuerte, generoso, servicial, valiente, buen gaucho, perspicaz y guapo, caballero y sin vicio? ¿Porque amaba á Ciriaca y era pobre? Pero, si Ciriaca también lo quería. Al fin y al cabo, no era ella hija de ningún príncipe.

Y vió pasar justamente en el patio, en este momento, al de los pretendientes á la mano de Ciriaca que más le gustaba á él, porque era el más rico, y por la primera vez, se fijó en que era chueco, bajo, retacón, algo viejo y medio bizco; no le quedó duda de que respecto al físico no había comparación posible con Lorenzo.

También se acordó que aquél nunca le había prestado, á él ni á nadie, ningún servicio, mientras que Lorenzo se había hecho de muchos amigos, á pesar de su pobreza; y á éste lo conchabó como quien tira los dados.

Nunca había tenido semejante esquilador; trabajador, callado, incansable y sumiso, y tuvo que reconocer que este muchacho era una perfección. Durante la esquila, estuvieron á punto de aguacharse unos cuantos corderos recién nacidos; pero gracias á los cuidados que, a pesar de que no fuera su obligación, les dispensó Lorenzo, ninguno quedó sin jun-