Página:Las veladas del tropero (1919).pdf/282

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 278 —

—¡Pago! ¿cuántas cuadras?

—Cien varas—dijo el muchacho;—¿ó serán demasiadas para semejante osamenta?

—Bueno—dijo el viejo,—¿y por cuánto?

—Pongamos cincuenta centavos: ¿quién sabe si los tiene?

—Aquí están—dijo el hombre, y los sacó del tirador.

El interés iba creciendo. Correr cien varas, esto se hace á pie, no á caballo, pero creían todos que el gateado apenas podía caminar al tranco y encontraban atrevido á este viejo, en meterse á su edad, á correr, y en semejante animal, aunque fueran cien varas y por sólo cincuenta centavos.

Se despejó la cancha; el viejo tiró el poncho, desensilló el gateado, se ató la vincha en la frente y resolviendo ambos contendientes no hacer partidas por el reducido trecho que iban á correr, largaron en seguida.

¡Un rayo! señor, el gateado; lo cortó á luz al parejero del joven. Apenas estaban en su sitio los rayeros, cuando lo vieron al gateado como exhalación pasar delante de ellos, y parecía tranco el galope tendido del otro, comparado con el suyo.

—Diez cuadras le corro ahora con el gateado—dijo el viejo al contrario, cuando se juntaron.

—¡Pago!—contestó el vencido medio picado;—y por cien pesos, si quiere.

—¡Pago!—dijo sencillamente el gaucho viejo, y sacando de su pobre tirador, todo descosido, los cien pesos, los entregó al rayero.—Soy pobre—agregó,—pero le tengo. fe al gateado.

Empezó á alborotarse la gente. Era interesante la carrera pero, ¿á cuál ir?