Página:Las veladas del tropero (1919).pdf/297

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 293 —

dos los gastos de esquila y el remedio para la sarna, nunca le alcanzaría el producto de las ovejas para poder comprar ropa de abrigo, se decidió á pedirle al grillo lo que le pareció necesario; y al ver que, ponchos y frazadas, tricotas de lana y bombachas gruesas, se iban apilando en la mesa, con vestidos de tartán y enaguas de punto para ella, Filomena comprendió que hasta entonces habían sido unos infelices en no pedir al grillo muchas otras cosas, ya que, al fin y al cabo, sin rezongar ni vacilar, les concedía todo lo que le pedían.

Y como sólo da trabajo el primer paso, no tardó don Nataniel, incitado por su mujer, en insinuarle al grillo que mucho mejor sería que la majada fuera de él, en propiedad, en vez de ser ajena y sólo á interés. Y el día siguiente, al abrir el cajón de la mesa para sacar yerba, Nataniel quedó lo más sorprendido:

vió un rollo de papel que le pareció ser de billetes de Banco; lo abrió, y mientras lo miraba con los ojos relucientes de alegría, llamó al palenque el dueño de las ovejas. Nataniel cerró el cajón, recibió al estanciero, y pronto supo que éste venía con la intención de ofrecerle en venta las ovejas. No se turbó el gaucho por tan poca cosa, pues le empezaba á parecer muy natural cualquier maravilla, y mientras discutían el precio, cantó el grillo, en su rincón, como aconsejando.

Pronto cerraron el trato; Nataniel y el vendedor contaron la majada que resultó de mil y tantas cabezas, y dió la casualidad que, justito, alcanzaban los pesos del cajón para pagar su importe, ni uno más ni uno menos.

Dicen que comiendo viene el apetito, y tardaron pocos días, esta vez, Nataniel y Filomena en pensar