Página:Las veladas del tropero (1919).pdf/303

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 299 —

EL RANCHO DE LOS HECHIZOS

Desierta había sido siempre la Pampa en aquellas alturas, sin un árbol, sin una población, sin un rebaño á la vista. Y por eso Sandalio, que hacía pocos días había cruzado por allí boleando avestruces con otros matreros, se quedó muy sorprendido al ver un rancho muy bien construído, rodeado de un buen monte, encerrado en alambrados, con sus corrales y su palenque.

¿De quién sería todo aquello? ¿quién habría venido á poblar esa soledad?

Y como Sandalio no era hombre de perder tiempo en conjeturas, ni de admitir que pudiera haber para él palenque desconocido, no vaciló en acercarse.

Vago empedernido, acostumbraba vivir de rapiñas y consideraba que no hay cocina que se atreva, por huraña é inhospitalaria que sea, á negar á quien los pida con un buen cuchillo en la cintura, un churrasco y un mate.

A medida que se aproximaba fijábase en todos los detalles por la puerta entreabierta del rancho veía el vestido de una mujer, muy ocupada en coser y acompañando con su canto el ruido de la máquina.

No había perros en el patio, ni caballo cerca, lo que le hizo suponer que la mujer estaba sola y sin defensa, y esto bastó para que en su cabeza de gaucho ma-