Página:Las veladas del tropero (1919).pdf/315

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 311 —

padres, muertos cuando él era criatura, y la administraba muy bien. Cierto es que, en orfandad, había sido protegido y siempre bien aconsejado por un antiguo amigo de su finado padre, don Prudencio, hombre de mucho tino y de gran sabiduría.

A éste la bruja lo tenía por brujo, y por tanto más poderoso cuanto más ignoraba ella de qué medios se valía para contrarrestar sus conjuros que más de una vez había desbaratado.

Muchos sólo lo tenían á don Prudencio por hombre de mucha experiencia y de buen sentido; bastando, es cierto, á menudo, esas dos cosas tan raras, para darle á uno fama de brujo.

No perdió tiempo la vieja para complacer á su hija y aprovechó de que esa misma noche era de luna menguante para salir al campo en busca de las plantas é ingredientes necesarios para el éxito de sus artimañas. A la madrugada soltó las ovejas, previamente rociadas con un agua preparada secretamente por ella, en dirección al campo de Demetrio, y pocas horas después había conseguido su objeto preliminar, que era hacerlas mixturar con alguna majada de la estancia, mandando á la muchacha á pedir, sobre la marcha, aparte á Demetrio. Fué ésta con su mejor ropa, por poco propicia que fuese la ocasión para lucir un percal tan duro y quebradizo, y en el bolsillo de su vestido llevó un pequeño frasco cuyo contenido debía producir en el que lo bebiera un amor fulminante hacia ella.

Demetrio, al ver desde su casa que se iban á mixturar las majadas, montó á caballo y se vino disparando cortarlas; pero no las pudo separar, y después de un rato pasado entre ellas, sintió su corazón—efecto del vapor que despedía el líquido con