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LA PULPERIA MODELO

Hacía mucha falta un boliche en aquellos pagos, pues era todo un trabajo para las numerosas familias allí establecidas, ir á más de veinte leguas á buscar los. vicios; pero toda esa gente era tan pobre, que ningún comerciante se había atrevido á establecerse entre ella. Parecía que más bien le tenían miedo, lo que se comprende, pues todos eran vagos, intrusos, desertores, gauchos malos, boleadores, sin más hacienda que la tropilla ni más recurso que el aleatorio producto de la caza.

Dos ó tres veces había caído entre ellos un galleguito mercachifle, con su carro lleno de mercaderías y se las había cambiado por pluma de avestruz, cerda, cueros de venado y de nutria, algunos de tigre y uno que otro quillango de guanaco, haciendo, en resumidas cuentas, puras pichinchas, pero no se sentía muy seguro entre tantos diablos y no había vuelto más.

Y fué muy grande el regocijo de todos al saber que del día á la noche, y sin que se supiera muy bien cómo, se había levantado cerca del Médano de los leones, un boliche regularmente surtido, cuyo dueño, que decía llamarse don Eufemio, era extranjero —lo que de sobra se conocía por su modo de hablar,— y parecía muy buen hombre.

No tardó la noticia en cundir de rancho en toldo, de toldo en cueva, y apenas amaneció, ya se amontonaron los caballos en el palenque, como paja vo-