Página:Las veladas del tropero (1919).pdf/87

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 83 —

estaba el vecino con el mate en la mano, preguntó don Toribio:

de repente —Dígame, ¿no ha visto por casualidad, en su hacienda, una vaquillona rosilla?

El vecino, con la vista medio vaga del que mira sin querer ver, contestó, después de un rato:

—No, hombre, no.

Y sin más chupó la bombilla; pero se le había tapado, y don Toribio, mientras se la destapaban, hizo con estudiada violencia una salida bárbara contra los vecinos puercos que por tan poca cosa se ensuciaban las manos, gente indigna de poseer. Com— prendía—dijo, que algún gaucho pobre, en lidia con el hambre, carnease un animal, pero que hacendados acomodados hicieran lo mismo, era una vergüenza...

El otro aprobaba, por supuesto; no podía hacer de otro modo, y á falta del mate, se chupó el responso hasta que hiciera «chirriii», sin necesidad de bombilla.

Para ganar en las carreras, también más de una vez le sirvió la bombilla á don Toribio. Difícil era engañarlo sobre el valor de un caballo y sobre lo que de él pensaran el dueño y el compositor. Ni se le podía hacer creer que estuviera enfermo un animal sano, ni sano un enfermo; pronto sabía, con una sola conversación en su casa, con el mate circulando, si pensaba el corredor hacer trampa ó no; si el caballo era de tiro largo ó de tiro corto, y también si el mismo dueño apostaba en contra de su propio caballo, con intención de embromar á medio mundo, haciéndole perder una carrera que hubiera podido ganar cortando á luzi Bombilla loca! también; que se tapaba á cada rato, á veces ¡ como para quitarle á uno las ganas de