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LÚCULO.

pleó en los contínuos cambios de los soldados para proveerse de lo necesario. Despues de esto, vencedor Sila por tierra en Atenas, como los enemigos le tuviesen cortado por el mar, en el que dominaban, y le interceptasen los viveres, llamó á Lúculo del Egipto y la Libia, mandándole venir de alli con sus naves. Era esto en el rigor del invierno, y con tres barcas griegas y otras tantas galeras rodias de dos bancos se arrojó al gran mar por entre las naves enemigas, que por lo mismo que dominaban, discurrian libremente por todas partes; y sin embargo, aportando á Creta, la agregó á la república; y hallando á los de Cirene en estado de insurreccion, con motivo de sus contínuas tiranías y guerras, los sosegó y arregló su gobierno, trayéndoles á la memoria aquella sentencia de Platon, que fué una especie de profecía. Porque rogándole, segun es fama, que les dictase leyes y diese á su pueblo una forma de prudente y justo gobierno, les respondió que era muy dificil dar leyes á los Cireneos miéntras estuviesen en tanta prosperidad; pues nada hay más indomable que un hombre engreido con su dicha; ni, á la inversa, nada más dócil que el abatido por la fortuna: que fué lo que entónces hizo á los Cireneos sumisos á su legislador Lúcule.

De allí volviendo á hacerse á la vela para Egipto, perdió la mayor parte de sus barcos, tomándoselos los piratas; mas él se salvó, y fué magníficamente recibido en Alejandría, porque le salió al encuentro toda la armada, adornada primorosamente, como se ejecuta cuando navega el rey; y Tolomeo, que era aún muy mozo, sobre manifestarle en todo el mayor aprecio, le dió habitacion y cumplido hospedaje en su palacio, lo que nunca antes se había hecho con otro general extranjero que allí hubiese arribado. En cuanto a la comida y demas gastos, no se le dió lo que á los demas, sino el cuádruplo; de lo que él, sin embargo, no consumió más que lo preciso, ni recibió los presentes que se le enviaron apreciados en ochenta talentos. Dícese que