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LÚCULO.

guerra Mitridática, como que no habia otro que pudiera administrarla mejor, hallándose todavia Pompeyo enredado en la guerra con Sertorio, y no estando ya Metelo para tamaña empresa á causa de su edad, que eran los dos únicos que podía tener Lúculo por dignos rivales para aquel mando. Con todo, su colega Cota obtuvo á fuerza de instancias del Senado que se le enviara con una escuadra á defunder la Propóntide y proteger la Bitinia.

Lúculo, teniendo consigo una legion ya formada, partió con ella al Asia, donde se entregó de las demas tropas que allí existian, las cuales todas estaban corrompidas con el regalo y la codicia; y además las llamadas Fimbrianas, por la costumbre de la anarquía y el desórden, habían perdido enteramente la disciplina: porque estos mismos soldados eran los que en Fimbria habian dado muerte á Flaco, cónsul y general, y los que despues habian puesto á Fimbria en manos de Sila: hombres insubordinados y violentos, aunque por otra parte buenos militares, sufridos y ejercitados en la guerra. Con todo, Lúculo en muy breve tiempo supo contener la insolencia de éstos, y traer á los otros al orden; pues segun parece hasta entonces no habian servido bajo el mando de un verdadero general, sino que se les habia lisonjeado y dejado hacer su gusto para mantenerlos en la milicia. Por lo que hace á los enemigos, su estado era el siguiente: Mitridates, á la manera de los sofislas, al principio ostentoso y hueco, se habia presentado contra los Ronanos con unas tropas endebles en sí, aunque brillantes y de grande pompa á la vista; pero despues de vencido y escarnecido, con este escarmiento cuando hubo de volver á la lid ya ordenó y dispuso su ejército de manera que pu diera obrar y le fuese útil: porque removiendo de él la muchedumbre indisciplinada de gentes, aquellas amenazas de los bárbaros hechas en diferentes lenguas, y el aparato de armas doradas y guarnecidas con piedras, más propias para ser despojo del enemigo que para fortalecer al que las TOMO III.

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