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Plutarco.—Las vidas paralelas.

lleva, adoptó la espada romana, entretejió escudos espesos y fuertes, cuidó más de que los caballos estuvieran ejercitados que de presentarios galanos, y de este modo formó en hueste romana ciento veinte mil infantes y diez y siete mil caballos, sin contar los cuatro de cada carro faleado, siendo éstos en número de ciento; con lo cual, y con hacer que las naves no estuvieran adornadas de pabellones de oro y de baños y cámaras deliciosas para mujeres, sino pertrechadas más bien de armas, de dardos y de toda especie de municiones, vino sobre la Bitinia, recibiéndole otra vez con gozo las ciudades; y no sólo éslas, sino el Asia toda, que habia vuelto á experimentar los males pasados, por haberla tratado de un modo intolerable los exactores y alcabaleros romanos; á los cuales Lúculo echó de allí más adelante como arplas que devoraban los mantenimientos; aunque por entonces se contentó con procurar hacerlos más moderados á fuerza de amonestaciones, al mismo tiempo que sosegaba las inquietudes de los pueblos, pues para decirlo así, no habia uno que no anduviese agitado y revuelto.

El tiempo que Lúculo dedicaba á estos objetos, túvole Cota por ocasion favorable para pelear con Mitridates, á lo que se preparó; y como por muchos se le anunciase que Lúculo estaba ya de marcha con su ejército en la Frigia, pareciéndole que nada le faltaba para tener el triunfo entre las manos, á fin de que Lúculo no participase de él, se apresuró á dar la batalla. Mas derrotado á un mismo tiempo por tierra y por mar, habiendo perdido sesenta naves con todas sus tripulaciones y cuatro mil infantes, encerrado y sitiado en Calcedonia, tuvo que poner ya en Lúculo su esperanza. Había quien incitaba á Lúculo á que sin hacer cuenta de Cota fuera mucho más adelante para tomar el reino de Mitrídates miéntras estaba indefenso:

este era sobre todo el lenguaje de los soldados, los cuales se indignaban de que Cota, no sólo se hubiera perdido así