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LÚCULO.

mismo por su mal consejo, sino que además les fuese á ellos un estorbo para vencer sin riesgo; pero arengándoles Lúculo, les dijo que más queria salvar del poder de los enemigos á un Romano, que tomar todo cuanto pudieran tener aquellos. Asegurábale Arquelao, general en la Beocia de Mitridates, pero que despues se habia pasado á los Romanos y militaba con ellos, que con dejarse ver Lúculo en el Ponto sería inmediatamente dueño de todo; mas respondióle que no habia de ser él más tímido que los cazadores, para que teniendo las fleras á la vista se hubiera de ir a perseguir sus madrigueras; y en seguida movió contra Mitridates con treinta mil infantes y dos mil y quinientos caballos. Puesto ya á vista de los enemigos, admirado de su número, determinó evitar la batalla y ganar liempo; pero presentándosele Mario, general que habia sido por Sertorio enviado desde España con tropas en auxilio de Mitridates, y provocándole, se mantuvo en órden como para dar batalla; y cuando apenas faltaba nada para trabarse el combate, de repente, sin mutacion ninguna visible, se rasgó el aire, y se vió un cuerpo grande inflamado caer entre ambos ejércitos, siendo en su figura semejante á una tinaja, y en su color á la plata candente; lo que puso miedo á unos y á otros, y los separó. Dícese que este suceso ocurrió en la Frigia, en el sitio llamado Otrias. Lúculo, reflexionando que no podía haber prevenciones ni riquezas que bastasen á mantener por largo tiempo tantos millares de hombres como Mitrídates tenía reunidos, mandó que le trajesen á uno de los cautivos, y lo primero que supo de él fué cuántos camaradas eran en su tienda, y despues cuántos víveres habia dejado en ella:

luego que le respondió, hizo que se retirara, y del mismo modo mandó comparecer al segundo y tercero, etc. Multiplicando luego la cantidad de provisiones por el númerc de los que las consumian, halló que á los enemigos no les quedaban víveres más que para tres ó cuatro dias; por lo