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LISANDRO.

dio de la travesía levantasen en alto por la proa un escudo de bronce en señal de que debian hacerse á la vela. En tanto, convocaba á los pilotos y capitanes y los exhortaba á que cada uno tuviese á bordo y en órden á todos los individuos de la marinería y tripulacion, y á la primera seal moviesen aceleradamente contra los enemigos. Luego que de las naves se levantó en alto el escudo, y se dió de la capitana la señal con la trompeta, salieron al mar las naves, y el ejército de tierra marchó por la costa hácia el promontorio; y siendo la distancia que habia entre ambos continentes de quince estadios, con la diligencia y ardor de los remeros en breves instantes fué vencida. Conon fué el primero de los generales atenienses que divisó en el mar la escuadra, é inmediatamente esforzó la voz para que se embarcaran; y sintiendo ya el mal que les habia sobrevenido, convocaba á unos, rogaba á otros, y á otros los obligaba á tripular las naves; pero toda su diligencia era vana, estando la gente dispersa; pues luego que saltaron en tierra unos habian marchado á tomar viveres, otros andaban divertidos, y otros dormian en las tiendas, muy distantes todos de aquel apuro y menoster por impericia de sus generales. Cuando ya los enemigos estaban encima con grande gritería y alboroto, Conon se hizo á la vela con ocho navos, y se retiró á Chipre al amparo de Evagoras; pero cargando sobre las demas los del Peloponeso, de ellas tomaron unas enteramente vacías, y desbaralaron otras que ya estaban tripuladas. De la gente unos murieron cerca de las naves cuando desarmados corrian á defenderlas, y otros recibieron la muerte miéntras huian por tierra, desembarcándose al efecto los enemigos. Tomó Lisandro cautivos á tres mil hombres, inclusos los generales y la armada entera, á excepcion de la galera de Paralo y las que Conon llevó consigo. Amarradas, pues, las naves y saqueado el compamento, navegó al són de las trompetas y entonando canciones triunfales la vuelta de Lamsaco; ha-