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LÚCULO.

cuando sobreviniese Lúculo le quedara lugar por donde socorrerlos. Con todo, Arquelao les envió á Demonacte, y éste fué el primero que les anunció hallarse á la vista Lúculo. No queriendo darle crédito, por parecerles que aquella noticia la habia inventado para no dejarlos sin algun consuelo, llegó oportunamente un joven que estando cautivo habia podido fugarse. Preguntáronte dónde estaba Lúculo, y él se echó á reir, creyendo que se burlaban; mas cuando vio que iba de véras, les mostró con el dedo el campamento de los Romanos, con lo que nuevamente cobraron ánimo. Al mismo tiempo, estando la laguna Dascilitide llena de lanchas bastante capaces, hizo Lúculo traer una á la orilla, y tirándola despues con un carro hasta el mar, colocó en ella cuantos soldados cupieron, y haciendo éstos la travesía de noche, entraron en la ciudad sin que to entendiesen los enemigos.

Hasta con prodigios fueron los de Cicico alentados por los dioses, como complaciéndose de su valor, habiendo ocurrido entre otros el de que venida la fiesta de Proserpina les fallaba para el sacrificio la vaca negra, y formando una de harina, la pusieron sobre el ara; pero la vaca sagrada, que se habia criado destinada para la Diosa, y que con los demas ganados de los de Cicico estaba pastando á la parte de afuera, en aquel mismo dia separándose de la manada se fué curriendo sola á la ciudad, y se presentó por sí misma al sacrificio. Aparecióse asimismo la Diosa entre sueños á Aristágoras, maestro de niños del pueblo, y yo tambien vengo, le dijo, trayendo al flautista Africo contra el trompetero Pontico: di, pues, á los ciudadanos que tengan ánimo.» Maravilláronse los Cicicenos del aviso, y al amanecer se mostró ya el mar alterado, levantándose un viento incierto. A su primer soplo las máquinas del Rey, obras admirables del tesaliano Nicónidas, arrimadas á los muros, con la agitacion y el ruido anunciaron lo que iba á suceder; y luego dominando un austro de