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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Restituido Lúculo á Roma, lo primero que se le anunció fué que su hermano Marco se hallaba acusado por Cayo Nemio sobre el manejo que tuvo en la cuestura, prestándose á las órdenes de Sila. Como hubiese sido absuelto, se convirtió Memio contra el mismo Lúculo, é inflamó al pueblo, baciéndole creer que se habia reservado cantidades y habia de intento prolongado la guerra, á que le negara el triunfo. Tuvo por tanto que sufrir una grande contradiccion; y sólo mezclándose los principales y de mayor autoridad entre las tribus pudieron conseguir del pueblo á fuerza de ruegos y de mucha diligencia que le permiticse triunfar. No fué su triunfo tan brillante y ostentoso como el de otros por lo dilatado de la pompa y por el gran número de los objetos que se conducian; sino que con las armas de los enemigos, que eran de muy diversas especies, y con las máquinas ocupadas á los reyes, adornó el circo Flaminio; espectáculo que no dejaba de llamar la atencion. En la pompa iban unos cuantos de los soldados de caballería armados; de los carros falcados, diez; de los amigos y generales de los reyes, sesenta; naves de gran porte con espolones de bronce se habian traido ciento y diez; una estalua colosal de Mitridates, de seis piés, hecha de oro, y un escudo guarnecido de piedras; veinte bandejas con vajilla de plata, y treinta y dos con vasos, armas y monedas de oro. Todas estas cosas eran llevadas por hombres: ocho acémilas conducian otros tantos lechos de oro; cincuenta y seis llevaban la plata en barras, y otras ciento y siete poco ménos de dos cuentos y selecientas mil dracmas en dinero. En unas tablas estaban anotadas las sumas entregadas por él á Pompeyo, ó puestas en el tesoro para la guerra de los piratas; y separadamente que cada soldado habia recibido novecientas y cincuenta dracmas. Ultimamente hubo banquete público y abundante para la ciudad y para los pueblos del contorno, á los que llaman vicos ó arrabales.