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LISANDRO.

Habiendo gastado bien corto tiempo en estas cosas y despachado á Lacedemonia quien anunciase que venía con doscientas naves, en las costas del Ática se juntó con los reyes Agis y Pausanias, con el propósito de tomar sin dilacion la ciudad; mas como los Atenienses se defendiesen, vuelto á las naves, pasó otra vez al Asia, y en todas las ciudades sin distincion anuló los gobiernos que tenian y estableció los decemviros, con muerte en cada una de muchos y con fuga de otros tantos. En la isla de Samos, expeliendo á todos los naturales, dió las ciudades á los que ántes habian sido desterrados, y posesionándose de Sesto, ocupada por los Atenienses, no permitió que la habitasen los Sestios; sino que la ciudad y el territorio los dió á los pilotos y á los cómitres de su armada para que se los repartiesen; aunque esto lo reprobaron los Lacedemonios, y restituyeron otra vez los Sestíos á su tierra. Las disposiciones que con gusto vieron todos los Griegos fueron la de haber recobrado los Eginetas su ciudad al cabo de mucho tiempo, y la de haber sido restituidos por él los Melios y Escionios, expeliendo á los Atenienses, y obligándolos á reintegrar á aquellos en sus ciudades. Noticioso ya entónces de que la capital se hallaba en mal estado apretada del hambre, navegó al Pireo, y estrechó á la ciudad, obligándola á admitir la paz con las condiciones que le prescribió. Algunos Lacedemonios dicen que Lisandro escribió á los Eforos en estos términos: «Se ba tomado Atenas;» y que los Eforos respondieron: «Basta con haberse tomado;» pero esta relación ha sido así compuesta por decoro: pues la verdadera resolucion de los Eforos fué en esta forma:

«Los magistrados de los Lacedemonios han decretado que »derribando el Pireo y el murallon, y saliendo de todas las »demas ciudades, conservois vuestro territorio; y bajo las »siguientes condiciones tendreis paz; dareis lo que fuere »menester; entregareis los pasados, y acerca del número de naves hareis lo que allí se determine. Este decreto