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LÚCULO.

diatos eran por consiguiente admitidos los Griegos como á un recurso de las musas, donde se juntaban y conferenciaban, recreándose de las demas ocupaciones. Muchas veces se entretenia allí él mismo, paseando y conversando con los literatos; y á los que tenian negocios públicos los auxiliaba en lo que le habian menester: en una palabra, su casa era un domicilio y un pritaneo griego para todos los que venian á Roma. Estaba familiarizado con toda filosofia, y á toda se mostraba tan benigno como era inteligente; pero fué particularmente adicto desde el principio á la Academia, no á la que se llamaba nueva, sin embargo de que florecia entonces con los discursos de Carneades por medio de Filon, sino á la antigua, que tenia por maestro y caudillo en aquella era á Antioco Ascalonita, varon elocuente y de gran elegancia en el decir; y habiendo procurado Lúculo hacerle su amigo y comensal, sostenia la oposicion contra los alumnos de Filon, siendo Ciceron uno de ellos; el cual escribió un tratado bellísimo en defensa de su secta, y en él, para la mejor comprension, hizo que Lúculo tomara una parte en la disputa, y él al contrario; y áun el mismo libro se intitula Lúculo. Eran entre sí, como ya se ha dicho, intimos amigos, y seguian el mismo partido en las cosas de la república: pues no se habia separado Lúculo enteramente del gobierno, y sólo habia abandonado desde luego á Craso y á Calon la contienda y disputa sobre quién seria el mayor y tendria más poder, como llena de riesgos y contradicciones: por cuanto los que recelaban de la grande autoridad de Pompeyo, habian tomado á éstos por defensores del Senado, á causa de no haber querido Lúculo tomar el primer lugar. Bajaba, sin embargo, á la plaza pública por servir á los amigos, y al Senado, si era necesario contrarestar en algo la ambicion y poder de Pompeyo: así invalidó las disposiciones tomadas por éste despues de haber vencido á los dos reyes; y como hubiese propuesto un repartimiento á los soldados