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NICIAS.

des bien se dirigieron con sesenta naves contra Siracusa; pero contuvieron el mayor número de ellas, formándolas fuera á la vista del puerto, y sólo con diez penetraron adentro con el objeto de hacer un reconocimiento; y miéntras por medio de un horaldo llamaban para que volviesen á su casa á los Leontinos, cogieron una nave enemiga que conducia unas tablas, en las que los Siracusanos se habian inscrito á sí mismos cada uno en su tribu; y puestas lejos de la ciudau en el templo de Júpiter Olimpio, entonces las habian enviado á buscar para hacer el recuento de los que se hallaban en edad de hacer el servicio militar. Cogidas que fueron, las presentaron á los generales, y al ver aquel inmenso número do nombres, se sobrecogieron los adivinos, lemiendo no fuese aquello lo significado por el oráculo cuando decia: «Los Atenienses se apoderarán de todos los Siracusanos;» aunque otros dicen que este oráculo habia tenido ya pleno cumplimiento en otro tiempo, cuando Calipo el Ateniense, dando muerte á Dion, se apoderó de Siracusa.

Despues que Alcibiades regresó de la Silicia con unos pocos, toda la autoridad fué ya de Nicias; pues aunque Lamaco era hombre de valor y justificacion, y en las batallas peleaba denodadamente, se hallaba tan pobre y miserable, que en cada expedicion se veian precisados los Atenienses á admitirle en las cuentas una pequeña cantidad para su vestido y calzado; y así Nicias, ya por otras causas y ya tambien por su riqueza y por la gloria que habia adquirido, era grande la preferencia que se daba. Cuéntase por tanto que celebrando en una ocasion consejo de guerra, dió órden al poeta Sófocles para que como el más anciano de los generales diera el primero su dictámen; y éste le respondió: «Yo bien soy el más viejo, pero tú eres el más anciano.» De esta manera, teniendo bajo de si á Lamaco, sin embargo de ser mejor general que él, y no usando de sus fuerzas sino con una nimia reserva y cuidado, primero