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Plutarco.—Las vidas paralelas.

vantarse y tomar la palabra, él concluia la defensa; con lo que se ganó el afecto, como patrono soliciso y diligente.

Ganósele tambien con su humanidad y popularidad para con las gentes, pues nunea Craso, saludado de un ciudadano romano, por miserable y oscuro que fuese, dejó de corresponderle por su nombre. Dicese que fué muy instruido en la historia, y áun algo dado á la filosofia, adoptando las opiniones de Aristoteles, en las que tuvo por maestro á Alejandro, varon dulce y apacible, como se ve en el modo en que permaneció al lado de Craso; pues que no es fácil demostrar si era más pobre ántes de ir á eu compañía, ó despues de estar en ella; y siendo el único entre sus amigos que le acompañaba en los viajes, para el camino se le daba una capa, la que se le recogia á la vuelta. ¡Esta sí que es paciencia! y se ve que este infeliz no sólo no tenia por mala, mas ni áun por iudiferente la pobreza. Pero de esto hablaremos más adelante.

Desde luego que Cina y Mario quedaron vencedores se echo de ver que iban á entrar en la ciudad, no para bien de la patria, sino al contrario, para destruccion y ruina de los buenos ciudadanos; y por de contado cuantos pudieron haber á las manos todos perecieron, de cuyo número fueron el padre de Craso y su hermano. El mismo Craso, que todavía era muy jóven, evitó el primer peligro; pero habiendo entendido que por todas partes le perseguian y andaban solícitos para cazarle los tiranos, acompañado de dos amigos y de diez criados huyó con extraordinaria celeridad á España, donde en otro tempo habia estado con su padre en ocasion de ser éste Pretor, y habia granjeado amigos; pero habiendo observado que todos estaban llenos de recelo temblando de la crueldad de Mario, como si lo tuvieran ya encima, no se atrevió á presentarse á ninguno; sino que dirigiéndose á unos campos que en la inmediacion del mar tenía Vibio Pacieco, donde habia una gran cueva, alli se ocultó. A Vibio envió uno de sus esclavos para que le