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Plutarco.—Las vidas paralelas.

—LAS VIDAS PARALELASles tuviese en un encierro, se confabularon hasta unos doscientos para fugarse: hubo quien los denunciara; mas con todo, los que llegaron á traslucirlo y pudieron anticiparse, que eran hasta setenta y ocho, tomando en una cocina cuchillos y asadores, lograron escaparse. Casualmente en el camino encontraron unos carros que conducian á otra ciudad armas de las que son propias de los gladiatores; robáronlos, y ya mejor armados, tomando un sitio naturalmente fuerte, eligieron tres caudillos, de los cuales era el primero Espartaco, natural de Tracia, de un pueblo nómade; pero no sólo de gran talento y extraordinarias fuerzas, sino áun en el juicio y en la dulzura muy superior å su suerte, y más propiamente Griego que de semejante nacion. Se cuenta que cuando fué la primera vez traido á Roma para ponerle en venta, estando en una 'ocasion dormido, se halló que un dragon se le había enroscado en el rostro; y su mujer, que era de su misma gente, dada á los agüeros & iniciada en los misterios órgicos de Baco, manifestó que aquello era señal para él de un poder grande y terrible, que había de venir á un término feliz. Hallábase lambien entónces en su compañía, y huyó con él.

La primera ventaja que alcanzaron fué rechazar á los que contra ellos salieron de Capua; y tomandoles gran copia de armas de guerra, hicieron cambio con extraordinario placer, arrojando las otras armas bárbaras y afrentosas de los gladiatores. Vino despues de Roma en su persecu cion el pretor Clodio con tres mil hombres, y cercándolos en un monte que no tenía sino una sola subida muy ágria y dificil, estableció en ella las convenientes defensas. Por todas las demas partes, el sitio no tenía más que rocas cor tadas y grandes despeñaderos; pero como en la cima hubiese parrales nacidos espontáneamente, cortaron los que se hallaban cercados los sarmientos más fuertes y robustos, y formando con ellos escalas consistentes y de grande