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MARCO CRASO.

los comicios la voz de que aquella victoria le estaba reservada; pues lo mismo sería llegar que dar una batalla, y poner fin á aquella guerra. Dándose por tanto priesa á combalir y á situarse para ello al lado de los enemigos, hizo abrir un foso, el que vinieron á asaltar los esclavos para pelear con los trabajadores; y como de una y otra parte acudiesen muchos á la defensa, viéndose Espartaco en tan preciso trance, puso en órden todo su ejército. Habiéndole traido el caballo, lo primero que hizo fué desenvainar la espada, y diciendo: «si venciere tendré muchos y hermosos caballos de los enemigos, mas si fuere vencido no lo habré menester,» lo pasó con ella. Dirigióse en seguida contra el mismo Craso por entre muchas armas y heridas; y aunque no penetró hasta él, quitó la vida á dos centuriones que se opusieron á su paso. Finalmente, dando á huir los que consigo tenía, él permaneció inmoble; y cercado de muchos, se defendió hasta que lo hicieron pedazos. Tuvo Craso de su parte á la fortuna: llenó todos los deberes de un buen general, y no dejó de poner á riesgo su persona; y, sin embargo, aun sirvió esta victoria para aumentar las glorias de Pompeyo; porque los que de aquél huían dieron en las manos de éste, y los deshizo. Así es que escribiendo al Senado, le dijo que Craso en batalla campal habia vencido á los fugitivos; pero él habia arrancado la raiz de la guerra.

A Pompeyo se le decretó un magnífico triunfo por la guerra de Sertorio y de la España; pero Craso lo que es el triunfo solemne ni siquiera se atrevió á pedirlo; mas ni áan el ménos solemne, á que llaman ovacion, parecía propio y digno por una guerra de esclavos. En qué se diferencie éste del otro, y de dónde le venga el nombre, lo tenemos ya declarado en la vida de Marcelo.

Naturalmente parecia despues de esto ser llamado at:

consulado Pompeyo; y aunque Craso tenía alguna esperanza de ser elegido con él, se resolvió no obstante á pedirle su intercesion. Tomé ésto con gusto elencargo, porque