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MARCO CRASO.

inicuo y violento, se le opuso Catulo con el mayor esfuerzo; y que habiéndose ocasionado entre ambos con este mo—tivo una fuerte discordia, espontáneamente abdicaron aquella dignidad. En las grandes agitaciones causadas por Catilina, que estuvo en muy poco no trastornasen del todo la república, hubo contra Craso alguna sospecha; y áun uno de los conjurados pronunció en público su nombre; pero nadie le dió crédito. Con todo, Ciceron en una oracion claramente echó la culpa de aquel atentado á Craso y á César: bien es que este escrito no salió á luz hasta despues de la muerte de ambos. El mismo Ciceron en la oracion del consulado dice que Craso fué á su casa por la noche, 'y le presentó una carta en que se hablaba de Catilina y con la que se confirmaba la sospechada conjuracion. Lo cierto es que Craso miró siempre con odio á Ciceron con este motivo; y si manifiestamente no se vengó, fué precisamente por su hijo Publio; el cual, siendo muy dado á las buenas letras y á la filosofia, estaba siempre al lado de Ciceron: de manera que cuando se vió su causa, mudó con él de vestidura, é hizo que ejecutaran otro tanto los demas jóvenes; y al cabo recabó del padre que se le hiciera aarigo.

3 César, luego que regresó de la provincia, se disponia para pedir el consulado; pero viendo otra vez á Craso y á Pompeyo indispuestos entre si, ni queria, valiéndose del faver del uuo, ganarse por dnemigo al otro, ni tampoco esperaba salir con su intento sin el auxilio de uno de los dos. Trató, pues, de reconciliarlos, no dejándolos de la mano, y haciéndoles ver que con sus discordias fomentaban á los Cicerones, á los Catulos y Catones, de quienes nadie haria cuenta, si teniendo ellos á unos mismos por amigos y por enemigos gobernaban la república con una sola fuerza y um solo espíritu. Convenciólos, y logró unirlos; con lo que formando y constituyendo de los tres un poder irresistible, que fué la ruina del Senado y la disolucion del pueblo, no tanto hizo mayores á los otros, cuanto por medio de ellos TOMO III.

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