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MARCO CRASO.

truir, no sin gran trabajo; y que aquellos en gran número y con el más decidido arrojo venian en disposicion de dar bataita. Turbáronse todos; y Craso, que tambien se sobrecogió enteramente, á toda priesa y sin detenerse, puso en orden el ejército: primero como lo deseaba Casio, que era formando muy clara la infantería para evitar, extendićndola lo posible por el llano, el ser envuellos, y distribuyendo la caballería en ambos flancos; pero despues mudó de propósito, y apiñando las tropas, formó un cuadro de igual fondo por todas partes, componiéndose cada lado de doce cohortes, y á cada cohorte le agregó una partida proporcional de caballería, para que no hubiera parte que bareciese de este auxilio, sino que por todos lados se preBentara igualmente defendido. De las alas dió una á mandar á Casio, y la otra á Craso et jóven, reservando para sí el centro. Caminando en este órden llegaron á un arroyo llamado Baliso, no muy caudaloso y abundante; cuya vista causó el mayor placer á los soldados, fatigados y abrasados de calor en una marcha tan trabajosa y tan falta de refrigerio. Los más de los jefes eran de opinion que debian allí hacer alto y pasar la noche, informándose en tanto del número, calidad y orden de los enemigos, y al dia siguiente al amanecer, marchar contra ellos; mas Craso, envalentonado con que su hijo y los de caballería que tenia cerca de sí, le inclinaban á seguir adelante y trabar combate, dió órden de que los que quisieson comieran y bebieran manteniéndose en formacion. Y áun antes que esto pudiera tener cumplidamente efecto, volvió a ponerse en marcha, no poco a poco ni con la pausa que conviene cuando se va á dar batalla, sino con un paso seguido y acelerado, hasta que impensadamente se descubrieron los enemigos á la vista no en gran número ni en disposicion de inspirar terror; y es que Surena habia cubierto la muchedumbre de ellos con la vanguardia, y habia ocultado el resplandor de las armas, haciendo que los soldados se