Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo III (1879).pdf/252

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
254
Plutarco.—Las vidas paralelas.

pusieran sobreropas y zamarras; mas luego que estuvieron cerca, y el general dió la señal, al punto se llenó aquel vasto campo de un gran ruido y de una espantosa vocería.

Porque los Parlos no se incitan á la pelea con trompas ó clarines, sino que sobre unos bastones huecos de pieles ponen piezas sonoras de bronce con las que mueven ruido; y el que causan liene no sé qué de ronco y terrible, como si fuera una mezcla del rugido de las fieras y del estampido del trueno: sabiendo bien que de todos los sentidos el oido es el que influye más en el terror del ánimo, y que sus sensaciones son las que más pronto conmueven y perturban la razon.

Cuando los Romanos estaban aterrados con aquella algazara, quitando repentinamente las sobreropas que cubrian las armas, aparecieron brillantes los enemigos con yelmos y corazas de hierro margiano de un extraordinario resplandor, y guarnecidos los caballos armados con jaeces de bronce y de acero. Apareció asimismo Surena alto y hermoso sobre todos, aunque no corespondia lo femenil de su belleza á la opinion que tenta de valor, por usar á estilo de los Medos de afeites para el rostro, y llevar arreglado el cabello; cuando los demas Partos para hacerse más terribles dejan que este crezca á lo Escila desordenadamente. Su primera intencion era acometer con las lanzas, y poner en desórden las primeras filas; pero cuando vieron el fondo de la formacion y la firmeza é inmovilidad de los soldados romanos retrocedieron; y pareciendo que aquello era desbandarse y perder el órden, no se echó de ver que de lo que trataban era de envolver el cuadro. Así, Craso mandó á las tropas ligeras que corriesen en pos de ellos; pero éstas no fué mucho lo que se retiraron, sino que acosadas y molestadas de las sactas, volvieron á ponerse bajo la proteccion de la infantería de linea; siendo las primeras que causaron alguna conmocion y miedo en los que ya habian visto el temple y fuerza de