Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo III (1879).pdf/256

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
258
Plutarco.—Las vidas paralelas.

guna muerte por más cruel que fuese podría hacer que Publio abandonara á los que morian por él, les rogó que se salvaran, y alargándoles la diestra, los despidió. Entónces, no pudiendo valerse de su propia mano, porque la tenía atravesada con una flecha, mandó á su escudero que lo pasara con la espada, presentándole el costado. Dícese que Censorino murió de la misma manera; pero Megabaco se dió á sí mismo la muerte, y otro tanto ejecutaron los más principales y esforzados. A los demas que quedaron, subiendo los Partos al terreno, los pasaron en pelea con las lanzas, no habiendo tomado vivos, segun se dice, arriba de quinientos. Cortáronle á Publio la cabeza y marcharon al punto en busca de Craso.

El estado de éste era el siguiente. Luego que dió al hijo la orden de acometer á los partos, como alguno le anunciase que éstos iban en derrota y que se les perseguia con teson, y viese que los que contra si tenía no obraban como ántes, porque la mayor parte habia marchado con los que huyeron, se alentó algun tanto, y reuniendo sus tropas, las situó en puestos ventajosos, esperando alli que el hijo volviese de seguir el alcance. Publio luego que se vió en peligro envió quien avisase al padre; pero los primeros mensajeros perecieron. De los últimos algunos que con dificultad escaparon, le trajeron la nueva deque Publio era perdido si no se le daba pronto y grande socorro. Combatieron á un tiempo muchos afectos el corazon de Craso: así, ya no obró en él la razon, é impelido ora del miedo, ora del deseo del hijo para darle el socorro que pedia, se resolvió por fin á mover el ejército. En esto aparecieron los enemigos mucho más terribles en su grilería y en sus cantos, aturdiendo otra vez con el ruido de sus tímpanos á los Romanos, que esperaron con esto el principio de otra batalla. Los que traian la cabeza de Publio clavada en la punta de una pica, acercándose más que los otros, la mostraban preguntando con escarnio por sus padres y su