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Plutarco.—Las vidas paralelas.

tiros causaban, prefirieron arrojarse desesperadamente sobre éstos, haciendo, á la verdad, poco daño, pero encontrando una muerte pronta por medio de heridas gran des y profundas, dadas por hombres que con el empuje de sus robustos astiles, pasaban con el hierro á los que se les ponian delante, y áun muchas veces atravesaban á dos de un golpe. Peleando de esta manera sobrevino la noche, y se retiraron, diciendo que de gracia concedian á Craso una noche para llorar á su hijo; á no que lo pensara mejor, y por sí mismo se fuera á presentar á Arsaces, en lugar de ser llevado. Pusieron allí cerca su campo, alentados de grandes esperanzas; pero para los Romanos la noche fué terrible, no haciendo cuenta de dar sepultura á los muertos, ni de prestar auxilios á los heridos y moribundos; sino que cada uno se lamentaba por sí mismo, teniéndose por perdidos, bien esperaran allí el dia, ó bien se lanzaran por la noche en aquel vasto desierto. Eraules gran motivo de irresolucion los heridos; pues si determinaban llevarlos, serian un estorbo para la prontitud de la marcha, y si los dejaban, con sus gritos darian indicio de la partida; y aunque conocian que Craso era la causa de todo, sin embargo deseaban verle y oir su voz. Mas él se había retirado solo, y yacia en las tinieblas, cubierta la cabeza con su ropa: ejemplo para los más de las mudanzas de fortuna; pero para los hombres prudentes de temeridad y ambicion, por las que no estaba contento con no ser el primero y el mayor entre tantos millones de hombres, sino que le parecia que todo le faltaba, porque tenta el último lugar respecto de dos solos. Entonces el legado Octavio y Casio trataron de consolarle y darle aliento; pero cuando vieron que del todo estaba desanimado, reunieron á los tribunos y centuriones, y babiendo convenido en que no debian quedar allí, movieron el ejército sin toque de trompetas, y con mucho silencio al principio; pero cuando los imposibilitados de seguir percibieron que se les abandonaba,