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Plutarco.—Las vidas paralelas.

la guerra; y entregados Cina y Mario á toda crueldad é injusticia, tanto que á los Romanos les parecian ya oro los males de la guerra, se dice que sólo Sertorio no quitó á nadie la vida por enemiga, ni se ensoberbeció con la victoria, sino que antes se mostró irritado de la conducta de Mario; y hablando á solas á Cina é intercediendo con él, logró ablandarlo. Finalmente, como á los esclavos que tuvo Mario por camaradas en la guerra, y de quienes se valió despues como ministros de tirania, les hubiese dado éste más soltura y poder de lo que convenia, concediéndoles ó mandándoles unas cosas, y propasándose ellos á otras con la mayor injusticia, dando muerte.á sus amos, solicitando á sus amas, y usando de toda violencia con los hijos, no pudo Sertorio llevarlo en paciencia; y hallándose reunidos en un mismo campamento, los hizo asaetar á todos, que no bajaban de cuatro mil.

Falleció luego Mario; Cina fué muerto de alli á poco, y Mario el jóven se arrogó contra la voluntad de Sertorio, y con quebrantamiento de las leyes, el consulado; los Carbones, los Norbanos y los Escipiones hacian tibiamente la guerra á Sila, que llegaba; perdíanse unas cosas por cobardia y desidía de los generales, y otras por traicion se malograban. En este estado era inútil su presencia para unos negocios enteramente desesperados, por el poco tino de los que tenian en sus manos el poder. Por colmo de desórden, Sila, que tenía su campo al frente del de Escipion y hacía correr la voz de que se gozaria de paz, corrompió el ejército, y aunque Sertorio se lo previno y advirtió á Escipion, no pudo hacérselo entender. Entonces, pues, dando por enteramente perdida la ciudad, partió para España, con la mira de anticiparse á ocupar en ella el mando y la autoridad, y preparar allí un refugio á los amigos desgraciados. Sobrecogiéronle malos temporales en países montañosos, y tuvo que comprar de los bárbaros, á costa de subsidios y exacciones, que le dejaran continuar