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Plutarco.—Las vidas paralelas.

dar crédito á aquellos bárbaros, á causa de su desmedida grandeza; pero visto el cadáver, que tenía de largo sesenta codos, se quedó pasmado, y sacrificando vietimas volvió á cerrar la sepultura, habiéndole dado con esto mayor ho—' nor y fama. Añaden los Tingitanos á esta fábula, que muerto Anteo, su mujer Tingis se ayuntó con Hércules; y habiendo tenido en hijo á Sofazes, reinó éste en el país y puso á la ciudad el nombre de la madre; y que de este Sofazes fué hijo Diodoro, á quien obedecieron muchas gentes del Africa, por tener á sus órdenes un ejército griego, compuesto de los que fueron allí trasladados por Hércules de Olbia y de Micenas. Mas todo esto sea dicho en honor de Juba, el mejor historiador entre los reyes, por cuanto se dice que su linaje traia orígen de Diodoro y Sofazes. Sertorio, aunque logró triunfar de todos, en nada ofendió á los que le suplicaron y se pusieron en sus manos; sino que les restituyó los bienes, las ciudades y el gobierno, recibiendo sólo lo que buenamente había menester, y áun esto por pura dádiva.

Meditaba á dónde se dirigiria desde allí, cuando le llamaron los Lusitanos, brindándole, por medio de embajadores, con el mando; pues hallándose faltos de un general de opinion y de experiencia. que pudieran oponer al temor que los Romanos les inspiraban, en éste sólo tenian confianza, por haber sabido de los que le habian tratado cuál era su indole: pues se dice que Sertorio no se dejaba dominar ni del deleite ni del miedo, siendo por naturaleza inalterable en los peligros, y moderado en la prosperidad, que trabado el combate, no fué inferior en arrojo á ninguno de los generales de su tiempo; y que cuando en la guerra se trataba de merodear y hacer presas, de ocupar puestos ventajosos, ó de meterse por entre los enemigos, necesitándose para ello de dolos y de engaños, era en tales casos de los más sagaces y astutos. En premiar los servicios usaba de largueza y magnificencia, siendo benigno en castigar las