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LISANDRO.

»niense que en ellos buscara asilo: que el que no auxiliara »á un Ateniense fugitivo que querian llevársele, pagara de "multa un talento; y que si alguno conducia á Atenas por »la Beocia armas contra los tiranos, ningun Tebano lo viera »y lo entendiera.» Y no se contentaron con tomar estas disposiciones tan propias de unos Griegos y tan llenas de humanidad, sin que correspondieran las obras á las palabras; sino que Trasibulo y los que le siguieron para tomar á File, salieron de Tebas, proporcionándoles los Tebanos armas, dinero, el no ser descubiertos y el dar principio á su obra. Estas son las causas que inflamaron á Lisandro contra los Tebanos.

Siendo ya inaguantable en su cólera por la melancolía exaltada con la vejez, acaloró á los Eforos, persuadiéndoles que enviaran guarnicion contra ellos; y encargándose del mando, marchó con las tropas. Más adelante enviaron tambien á Pausanias con un ejército; y éste, rodeando el Citeron, se dirigia á invadir la Beocia; pero Lisandro se le adelantó por la Focide con la mucha gente que tenía á sus órdenes; y tomando á Oreomene, que voluntariamente se le entregó, pasó por Lebadia y la taló. Envió de allí á Pausanias una carta, previniéndole que de Platea pasase á Haliarto, pues él al rayar el dia estaria ya sobre las murallas de los Haliartios. Esta carta vino á poder de los Tebanos, por haber tropezado con unos exploradores el que la llevaba. Los Tebanos, habiendo acudido en su socorro los Atenienses, encomendaron á éstos su ciudad, y ellos, marchando al primer sueño, se anticiparon un poco á Lisandro á en llegar á Haliarto, entrando alguna parte de la gente en la ciudad. Determinó aquél por lo pronto, acampando su ejército en un collado, esperar alli á Pausanias; pero ya muy entrado el dia, como no le fuese dado permanecer, tomando las armas y exhortando á los aliados, marchó en derechura por el camino con su tropa formada hácia las murallas. De los Tebanos los que habian quedado faera.