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AGESILAO.

contuviese é hiciese en adelante sus salutaciones desde léjos, pesaroso á su vez y arrepentido Agesilao de haberse hurtado al beso, hizo como que se admiraba de la causa que podia haber habido para que Megabates no presentase ya la boca al saludarle; á to que: «tú tienes la culpa, le dontestaron sus amigos, no aguardando, sino ántes bien precaviéndote y temiendo el beso de aquel mozo; pero si tú quieres, él vendrá y te le dará, bajo la condicion de que no has de temerle segunda vez.» Detúvose algun tiempo Agesilao, pensando entre sí y guardando silencio; y despues dijo: «Paréceme que no hay necesidad ninguna de que le persuadais, porque más gusto he tenido en sostener por segunda vez esta misma pelea del beso, que en que se me convirtiera en oro cuanto tengo á la vista.» Así se manejó con Megabates mientras estuvo presente; pero despues que marchó, al ver hasta qué punto se inflamó, es dificil asegurar que si hubiese regresado y presentádoscle, hubiera podido hacer igual resistencia á dejarse besar.

A este tiempo quiso Farnabazo tener una entrevista con él, y Apolófanes de Cícico, que era huésped de ambos, los reunió. El primero que concurrió con sus amigos al sitio aplazado fué Agesilao, y en una sombra encima de la hierba, que estaba muy crecida, se tendió á esperar á Farnabazo; llegado el cual, aunque se le pusieron alfombras de diferentes colores y pieles muy suaves, avergonzado de ver así tendido á Agesilao, se reclinó tambien en el suelo se bre la hierba, sin embargo de que llevaba un vestido rico sobresaliente por su delgadez y sus colores, Saludáronse mutuamente, y á Farnabazo no le faltaron justas razones para quejarse de que habiendo sido muy útil en diferentes ocasiones á los Lacedemonios durante la guerra con los Atenienses, ahora aquellos mismos le talaban su país; pero Agesilao, sin embargo de ver que los Esparciatas que le habian acompañado, de vergüenza tenían los ojos bajos, sin saber qué decirse, porque realmente consideraban ser