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Plutarco.—Las vidas paralelas.

manera que á muchos les venía á la memoria aquel dicho de Timoteo:

Tirano es el Dios Marte; mas á Grecia El oro corruptor no la intimida (1).

Conmovida ya el Asia, y dispuesta en muchos puntos á la sublevacion, arregló aquellas ciudades; y poniendo en su gobierno el correspondiente órden sin muertes ni destierros, resolvió ir más adelante; y marchar trasladando la guerra del mar de Grecia, á hacer que el Rey combatiese por la seguridad de su propia persona y por las comodidades de Echatana y Susa, y á sacarle ante todas cosas del ocio y del regalo, para que ya no fuese desde su escaño el árbitro de las guerras de los Griegos, ni corrompiese á los demagogos. Mas cuando iba á poner por obra estos pensamientos, vino en su busca el esparciata Epicudidas, anunciándole que Esparla tenía sobre si una formidable guerra de parte de los Griegos, y tos Eforos le llamaban para que acudiese á socorrer la propia casa.

¡Oh mengua! y cómo en vaestra ruina, oh Griegos, Sois de bárbaros males inventores (2).

Porque ¿qué otro nombre podrá darse á aquella envidia, y á aquella conjuracion y reunion de los Griegos unos contra otros, por la cual renunciaron á la fortuna, que á otra parte los llamaba, y trajeron otra vez sobre si mismos aquellas armas que estaban vueltas contra los bárbaros, y la guerra que podia mirarse como desterrada de la Grecia?

Pues yo no puedo conformarme con Demarato de Corinto, que decia haber carecido del mayor placer los Griegos que (1) ¿Cómo no ha de ser tirano quien obliga a tales mudanzas? lo demas es bien claro. Este Timoteo fué poeta ditirámbico.

(2) Es un verso de Eurípides en las Troyanas.