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AGESILAO.

tes de Anticrates, dando á entender que lo hirió con la espada, á lo que los Griegos dicen macaira. Porque fué tanto lo que le admiraron y aplaudieron por el miedo de Epaminondas si viviera, que le decretaron grandes honores y presentes, y á su descendencia le concedieron exencion de tributos, la que áun disfruta en nuestros dias Calicrates — uno de sus descendientes. Despues de esta batalla, y de la muerte de Epaminondas hicieron paz entre sí todos los Griegos; pero Agesilao excluyó del tratado á los Mesenios, porque no tenian ciudad. Admitiéronlos los demas, y les tomaron el juramento; y entonces se apartaron los Lacedemonios, quedando ellos solos en guerra, por la esperanza de recobrar á Mesena. Pareció, pues, Agesilao á todos con este motivo hombre violento, terco y viciado en la guerra; pues socavaba y destruia por todos los medios posibles la paz general, no obstante verse reducido, por falta de caudales, á molestar á los amigos que tenía en la ciudad, á tomar dinero á logro, y á exigir contribuciones; cuando debiera hacer cesar los males de la república, pues que la ocasion le brindaba, y no perder un poder y autoridad que habia venido á ser tan grande, y las ciudades amigas, la tierra y el mar, por sólo el empeño de querer recobrar á viva fuerza las posesiones y tributos de Mesena.

V Desacreditose todavía mucho más poniéndose á servir al egipcio Taco; pues no creian digno de un varon que era tenido por el primero de la Grecia, y que habia llenado el mundo de su fama, entregar su persona á un bárbaro rebelde á su rey, y vender por dinero su nombre y su gloria, pasando plaza de mercenario y de caudillo de gente colecticia. Pues si siendo ya de más de ochenta años, y teniendo el cuerpo acribillado de heridas, hubiera vuelto á tomar aquel decoroso mando por la libertad de los Griegos, áun no habria sido del todo irreprensible su ambicion y el olvido de sus años; porque áun para lo honesto y bueno deben ser propios el tiempo y la edad; y en general