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POMPEYO.

provisto de lo que hubo menester, se encaminó á Bríndis.

Habiendo tenido el tiempo favorable, siguió su navegacion, pasando á la vista de muchas ciudades; mas respecto á Atenas no pasó de largo. Salló, pues, en tierra; y babiendo sacrificado á los Dioses y saludado al pueblo, at salir leyó ya estos versos heroicos hechos en su honor, á la parte adentro de la puerta:

Cuanto en parecer hombre más te esfuerzas, Más á los sacros Dioses te pareces.

Y á la parte de afuera:

Fuiste esperado, y en honor tenido:

Te hemos visto; feliz lu viaje sea.

De los piratas que todavia quedaban y erraban por el mar trató con benignidad á algunos; y contentándose con apoderarse de sus embarcaciones y sus personas, ningun daño les hizo; con lo que concibieron los demas buenas esperanzas, y buyendo de los otros caudillos se dirigieron á Pompeyo, y se le entregaron á discrecion con sus hijos y sus mujeres. Perdonólos á todos; y por su medio pudo descubrir y prender á olros, que habian procurado esconderse por reconocerse culpables de las mayores atrocidades.

El mayor número y los de mayor poder entre ellos habian depositado sus familias, sus caudales, y toda la gente que no estaba en estado de servir, en castillos y pueblos fortalecidos hácia el monte Tauro; y ellos, tripulando convenientemente sus naves, cerca de Coraquesio de Cilicia se opusieron á Pompeyo, que navegaba en su busca; y como dada la batalla fuesen vencidos, se redujeron á sufrir un sitio. Mas al fin recurrieron á las súplicas, y tambien se entregaron con las ciudades é islas que poseian, y en que se