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Plutarco.—Las vidas paralelas.

habian hecho fuertes, las cuales eran difíciles de tomar y poco accesibles. Terminóse, pues, la guerra, y fueron enteramente destruidas las piraterías en toda la extension del mar en el corto tiempo de tres meses; habiéndose tomado además otras muchas ciudades y naves, y entre éstas noventa con espolones de bronce. De ellos mismos cautivó Pompeyo más de veinte mil; y si por una parle no queria quitarles la vida, por otra no creia que podia ser conveniente dejarlos, y mirar con diferencia que volvieran á esparcirse unos hombres reducidos á la necesidad y avezados á la guerra. Reflexionando, pues, que el hombre por su naturaleza é indole no nació ni es un animal cruel é insociable, sino que la maldad es la que pervierte su carácter, y con los hábitos y la mudanza de vida y de lugares vuelve á suavizarse; y que las mismas fieras con participar de más blandos alimentos deponen su aspereza y ferocidad, resolvió trasladar aquellos hombres del mar á la tierra, y 'bacerlos gustar de una vida más dulce con acostumbrarlos á habitar en poblaciones, y labrar los campos. A algunos, pues, los admitieron las ciudades pequeñas y desiertas de la Cilicia, incorporándolos en sí, y adquiriendo con este motivo lérminos más dilatados; y tomando á la ciudad de Solos, poco antes destruida por Tigranes, rey de Armenia, estableció á muchos en ella; pero á los más les dió por domicilio á la ciudad de Dime en la Acaya, que se hallaba entónces despoblada de habitantes, y poseia un fértil y exlenso terreno.

Vituperaban estas disposiciones los que no estaban bien con él; pero lo que hizo en Creta con Metelo. ni á sus mayores amigos satisfizo; porque este Metelo, pariente de aquel con quien Pompeyo hizo la guerra de España, habia sido enviado de general á Creta ántes del nombramiento de Pompeyo; pues esta isla despues de la de Cilicia era otro manantial de piratas, y Metelo habia logrado apresar y dar muerte á muchos de ellos. Quedaban otros, y cuando